domingo, 24 de abril de 2011

Viento

Una tarde en casa sintieron un viento extraño que despertó a los gemelos que dormían la siesta -siempre al unísono- en la cunita. La abuela miró al horizonte y los tíos se preguntaron si había alguna ventana abierta. Mientras tanto al abuelo se le levantaban los cuatro pelos del cogote con el aire que se arremolinaba en el soleado salón y los niños mayores, que hace tiempo se habían levantado de la mesa que les habían puesto aparte y se habían puesto a correr sin sentido y a saltar los escalones, se pararon en seco y miraron alrededor, como si pudieran seguir el hálito invisible de aquel viento que tanto sorprendió en aquella casa. Aquel momento en que todos nos detuvimos se quedó también detenido en mi memoria. Y cada vez que intento recuperar el pasado que hemos perdido surca por mi mente aquel viento que no parece amainar nunca.

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