viernes, 2 de abril de 2010

Y aluego el culo que tiene

El poeta dejó que le cegara el viento que venía del mar. Sacudió la arena que se le quedaba impregnada en los brazos y en las manos. Vino a su mente un vago destello, casi una ensoñación. Ella, Ella con mayúsculas, sus pómulos, sus labios, su cercano candor. La recordaba mirándole a los ojos, recordaba su latido, que pudo ser tan cercano. No conseguía olvidarla, desaferrarse de su recuerdo. Sintió una angustia indefinida, imprecisa atorada en el pecho. Tomó la libreta y el lápiz y escribió:

"Qué mal siento aquí clavado tu recuerdo, inundándome hasta taponarme la garganta tanto que no puedo respirar y se me fruncen los labios áridos de latir sin sentido las letras de su nombre; tú maldita insulsa con quien no sé que decir ni que contar ni siento nada en común más que el puro extraño intenso desafuero que me lleva a desleídamente deshacerme en cada sonrisa tuya, en tu mirada errante. ¿Qué voy a hacer de ti, de tu piel y de tu pelo, de tu mirada y todos los besos imaginados en tu boca? ¿Qué desgraciado fin tengo que darle? ¿Cómo tragarselos con la boca tan seca ahora que se que no se hacerte reir, que me engaño pensando que no me importa renunciar al enaltecido desvelo que yace ante el ataud que forman mis costillas sobre la carne blanda que me cubre el corazón tan arenoso como estaplaya que nunca nos verá amarnos?"

En aquel preciso momento de la tarde, mientras el poeta escribía pensando en Ella, Ella con mayúsculas, a pocos kilómetros de allí, Ella, Ella con mayúsculas, sentía como aquel otro hombre (Él, con mayúsculas) le partía el esfinter.

3 comentarios:

Tontoquienlolea dijo...

Me he quedado muy a gusto tras escribir esto.

Anónimo dijo...

Precioso. S

jose antonio alonso dijo...

esta es la cr�nica del d�a despu�s.�Se han confirmado las sospechas?�A�n hay ganas de ir a la Argentina?

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