jueves, 27 de agosto de 2009

Nuevas noticias acerca de un extraño.

Así, tras acariciar delicadamente el cuerpo dormido de su acompañante, salió al balcón a contemplar el mar en la lejanía, tras las azoteas de los edificios. Sus manos olían a miel y a brea. Amanecía. No podemos precisar más, pero sabemos que en su diario hablaba del otoño, de las sombras que caen sobre le asfalto y crean formas extrañas, de las hojas caidas, de la noche yaciendo sobre las pupilas del verano. Todo ello parece significativo, pero hasta la fecha no se ha podido saber que pensaría en aquel momento en que todo parecía detenido.

Luego volvió a la cama en la penumbra, no sin antes golpearse la espinilla con una mesa. De las imprecaciones que murmuró en ese momento, desgraciadamente, tampoco ha quedado constancia.

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