miércoles, 7 de abril de 2010

Pánico D.F.

¿Aló? qué bueno, guey que respondiste al teléfono. Sí, otra vez sucedió. Esta vez desperté en una bañera. Cogí sí, creo que cogí, no sé si con uno, pero creo que sí por que esta mañana lo noté más zalamero que el resto de pinches mamones de esta casa ¿Dónde? Acá en Las Lomas, parece...sí, te digo que Las Lomas. No, ¿como dices?, pues no te digo que en las Lomas de Chapultepec, guey, que te piensas que ando diciendote sin saber, lo pregunté pues, Nevado Sorata se llama la calle. No, mi amor, no te enojes conmigo ya sabes que lo paso muy mal. Desperté en una bañera, y no recordaba nada...¿Pues no te digo que me volvió a pasar? desperté y no recordaba un pinche carajo, y al salir allá estaban cuatro cojudos durmiendo en cualquier parte, y el salón estaba como si hubiera pasado un elefante, rociado de botellas y copas medio vacias, y los ceniceros llenos. Y había tres macanas más que yo tampoco recordaba pero que me besaron así en la mejilla, como si nos conocieramos de toda la vida. ¡Claro, pues, mi amor! Yo ya me lo tomo a chinga. ¡Que quieres que haga! Me volví a perder en la ciudad, no sé cómo. Tú ya sabes lo que me pasa últimamente, y sé que estaba llorando por que no sabía dónde estaba, y tenía miedo, y la gente me miraba. Sí guey, ya sabes, una mujer sola, todo el mundo mirándote así como si fueras una pendeja extraña, que no te digo que no, y yo con los lagrimones que me llegaban hasta las pinches rodillas. Y miraba todos los carteles de las calles y todo me sonaba a algo pero, ni chinga idea. Como una pendeja, allá y los hombres me miraban y me decían ah, bizcochito, dónde vas. Y yo tenía miedo y quería esconderme, pero no podía parar de andar, primero una calle, luego otra a la izquierda, hasta que me dolían los cacles. ¿Cómo, pendejo, pues no te digo que tenía mucho miedo? Sí eso es lo último que recuerdo. ¡Pues miedo no sé a qué, pero es que no se puede explicar¡ ¿Apoco puedes tú explicarlo? Simplemente se atora todo, la respiración, que sé yo, el corazón que late, y todo se hace extraño, y nada es como debiera. No sé qué es, pero es pánico, que te corta el aire, que te pincha en el corazón. Luego supongo que estos me encontraron, y aquí estuve. Ah, que sí bebí, que me duele la bocha que no te imaginas. Y la garganta la siento seca. Además, ¿sabes qué? Creo que escribí en el espejo...Que digo que escribí en el espejo, era mi letra ¿Qué puse? Puse así: el mundo no tiene sentido. Sí, eso decía. No sigas por ahí que me vas a a sacar canas verdes con la jodienda. ¿Vienes a buscarme? Ándale, pues. Sí. Tú sabes que te quiero a ti. Claro, pendejo. Pues sí, guey. Ah, Ya no digas babosadas, estás aquí con el carro en media hora. Apúntale, calle Nevado Sorata, acá en las Lomas, en Chapultepecmás allá del paseo de la Reforma me dijeron estos pendejos. Yo te espero abajo nomás, donde hay una parada del pesero. Sí mi amor, prometo no dar un paso, sí, ya te dije, no vaya a perderme de nuevo.

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