domingo, 21 de febrero de 2010
Filosofía siglo XXIII
El despacho del profesor Echavide-Salinas en el sector 17-X parece un museo de recónditas antigüedades. En vitrinas aparecen procesadores de vigésimo primera generación que datan de hace más de trescientos años. Entre los libros electrónicos nos encontramos con teléfonos móviles (unos complicados aparatos que los ciudadanos de la era anterior debían cargar todo el tiempo) reproductores musicales que se conectaban mediante un rudimentario cable a cachivaches que en aquella época llamaban "ordenadores", así como otras piezas de coleccionista de entre los que destaca un ingenioso invento -al parecer destinado a crear una fuente lumínica- llamado bombilla. "Todavía estamos desenterrando lo que los ciudadanos de la era anterior llamaban capsulas del tiempo -aclara el profesor mientras nos enseña su peculiar colección- Y nos encontramos en un momento en que podemos empezar a generar nuevas hipótesis sobre cómo era la vida en el planeta tierra antes de la Gran Eclosión." Muy amablemente, el profesor E-S nos ofrece que seamos los primeros en contemplar una proyección heterodeoscópica que está preparando. Mientras las pantallas retroclíticas empiezan a mostrar un modelo de una ciudad de la antiguedad (en este caso la Barcelona del siglo XXI, esto es, el año 277 antes de nuestra Era) preguntamos al profesor sobnre como era la vida de nuestros antepasados. "Más dura pero más libre -aclara el profesor- en un mundo muy imperfecto. No existían redes sociales para la distribución de bienes y todo lo que hacían generaba una cantidad intolerable de residuos que no conseguían eliminar eficazmente" ¿Ignoraban los antiguos la venida del apocalíptico fin? "No lo creo -aventura rápidamente el profesor- pero eran incapaces de entenderse entre ellos." La pantalla sigue emitiendo imágenes nauseabundas que nos atoran. Durante un tiempo permanecemos en silencio contemplando una calle de aquella ciudad: unos vehícvulos extraños invaden el asfixiante entramado urbano. Hay niños jugando entre la inmundicia de las calles, y aparecen animales extraños porpios de la era anterior "eso es una paloma -apunta el profesor- y eso un perro -añade- parecer los usaban para mantener alejados a otros seres humanos." Parece una época oscura y tenebrosa, donde los seres humanso caminaban perdidos, viviendo entre incómoidos inventos que no les ayudaban del todo, conviviendo con el crimen, la insalubridad. "Sin embargo hay algo que nos sorprende aún -nos dice el profesor mientras mira al infinito- y es su apasionado interés por sus congéneres, tanto para lo bueno como para lo malo" De eso trata su última obra, que ha sido un éxito de descargas electrónicas y que ha llamado la atención de la comunidad científica presidida por nuestro Respetado Líder. Le preguntamos sobre las críticvas que se han generado a partir de su curiosa teoría. "Muchos dicen que se trata de paparruchas, pero yo creo firmemente en ello" Nos referimos al extraño concepto que el profesor ha descrito. Para nosotros tan solo es una palabra sin sentido, una especie de invocación antigua, algo que no comprendemos. El profesor ha investigado y reflexionado sobre ello y cree que ha conseguido entenderlo. Nos rteferimos a ese extraño y sin duda curioso efecto que llamaban amor.
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