lunes, 28 de diciembre de 2009

Tarde de invierno, 1934

Pero si en las tertulias del café Polonia se hablaba más de vida y muerte que de literatura no era por que los más deslumbrantes poetas de la nueva generación no se concentraran ante los arreboles de la falda de Lili Sonja. Y entre todos ellos, Pablo Javier era el más admirado, el único que había escrito una novela, a su edad. Todo eso que sabemos y que ya tantas veces se ha escrito en tantas formas y con tantos tonos, tantas evocaciones, tantos paisajes nuevos y viejos en el alma. Y sin embargo, algo había que hacía irrespirable el aire sobre el que se sustentaban las palabras. Luego vino Jaime Arcedo trayendo su nuevo libro de poemas recién salido de la imprenta y hubiéramos querido que el aire se llenara de frescura, de candor. Pero para los poetas no existe la inocencia.

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